jueves, 29 de diciembre de 2011

Versalles, No. 46

Es el octavo día. Ha vuelto a despertar desorientado.
No es Escalante, es la habitación número 507 del hotel más barato de Colonia Juárez.

Anoche cerró las cortinas, no se percató de la ranura que volvía a formarse entre cortina izquierda y cortina derecha. Es el octavo día, y no es la primera vez que esta abertura deja transitar la luz entera del oriente, comprimida en un plano virtual inclinado.

La luz secciona la oscuridad, secciona la habitación en dos hemisferios: Hemisferio 40% , Hemisferio 60% .
A veces se gana, a veces se pierde, piensa, y se da la vuelta.
Una luz inclinada, torcida, como la catedral metropolitana de la ciudad de México.

La vida en dos posiciones, en un plano horizontal, otro inclinado.
Un cuerpo fragmentado por la navaja lumínica de la arbitrariedad.

Ha vuelto a despertar desorientado, con frío, con el rostro cubierto por la tela gélida de la cama, con la mano dentro del pantalón y el pene rígido, torcido, como la catedral metropolitana de la ciudad de México.