martes, 24 de enero de 2017

Escritura automática

42 veces rebotó sobre el borde inferior de la pantalla, el ícono de Word antes de que abriera. Los ventiladores suenan mucho, hacen un gran esfuerzo para que esta computadora no se queme. Otra vez pienso que si quito el estuche va a dejar de sobrecalentarse, pero no hay ninguna diferencia, no importa.

Escribo esto desde la oficina que tenemos en casa y que compartimos mi mamá y yo. Dentro de poco vamos a viajar juntos por primera vez; y aunque ella haya pagado todo, sigue con la cama donde duerme desde que yo nací, sigue con la computadora de escritorio del 2007. A la última ya no se le puede actualizar el sistema operativo, pero sigue funcionando para calcular cosas en Excel.

Esto es, sin haberlo practicado antes, escritura automática: escribir lo primero que viene a la mente. Dicho esto, puedo verme con 13 encima de una montañera verde acelerando el paso, levantado del asiento para después hacer una maniobra en la que se apoya un pie sobre el concreto, antes de frenar y derrapar, dejando una marca de llanta en una semicircunferencia negra y perfecta.

Vamos a ir a España, pero no a Portugal ni a Francia. Su apego es a los límites.
Un único hijo dando vueltas todo el día a la misma manzana.

42 tuvo ella hace 7, yo dentro de 16. Estoy a un adolescente en pubertad de estar en la misma posición temporal que mi madre. Mi segunda pubertad.

Los ventiladores suenan mucho y me pregunto si esa corta vida de las computadoras se puede calcular en años humanos como la de los animales. Si la tengo desde el 2011 y acaba de empezar el 2017, según la regla de los 7 años, mi computadora está por cumplir los 49. Igual que mi mamá.

Este soy yo a los 26, apoyando un pie sobre concreto, antes de derrapar y marcar la otra mitad de la circunferencia.
Después del viaje, le he dicho, iniciaré mis segundos 16 en otra parte. Antes, le dejaré mi portátil con la última actualización de Excel e instrucciones claras sobre cómo transferir documentos de la computadora de escritorio a esta sin usar llave, sin que las aspas de adentro se agiten mucho.